El día 5 de nuestra aventura mochilera tocaba despedirse de la magia de Amsterdam y partir a Copenhague. Sabíamos que esa noche iba a ser algo dura pero nuestras energías no se agotaban.
Salimos de la estación holandesa por la mañana y tras hacer algún transbordo, llegamos a Hamburgo donde cogeríamos el tren destino Copenhague. Para nuestra sorpresa, nuestro tren se canceló (motivos desconocidos) y tuvimos que coger un bus, un tren e incluso un ferry para llegar a la ciudad danesa. A pesar del cansancio, disfrutamos muchísimo la experiencia y pudimos contemplar un gran paisaje en el barquito.
Nuestra noche en Copenhague fue algo larga, incluyendo diversos personajes dignos de analizar (era viernes y mucha gente salía, bebía, etc); pero bueno, llegamos a la conclusión de que había que pasar por eso para considerarnos unos verdaderos mochileros ;)
Por nuestro agotamiento decidimos coger el primer tren destino Mälmo, y de allí, poder llegar a Estocolmo, deseando una ducha y una cama que nos proporcionó, nuestro gran pequeño hotel micro.
En Estocolmo nos instalábamos durante 3 días, por lo que nos tomamos todo con mucha calma.
Hicimos la compra, en supermercados Coop (de confianza), hicimos la colada, ya necesaria en nuestras vestimentas, y disfrutamos de la ciudad. Sobre todo, nos centramos en visitar el Gamla Stan, un distrito unido al centro de Estocolmo cual isla, donde se localiza lo más característico de allí: el Palacio Real, la Catedral y una calle muy estrecha, de 90cm de ancho, donde por supuesto, nos hicimos fotos.
Por nuestra alimentación basada continuamente en embutido y frutos secos, nos dimos el capricho de cenar la última noche en un restaurante de la calle principal, que nos daría fuerzas para la próxima parada: Langøyene.
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